sábado, 18 de septiembre de 2010

SILENCIO

 
  En mi silencio me rompí en mil pedazos, miré a mi alrededor, despacio, detenidamente, con la serenidad triste que da el dolor, buscando a nadie, sólo a mi misma. Volví a caer, me volví a romper, me volví egoísta siendo consciente, queriendo serlo, como si de una tabla de salvación se tratara.
  En la ausencia, necesitaba renacer de nuevo, respirar profundamente, apostar sólo por mi, sin  temor al juicio ajeno. Aprendí a decir NO, casi por primera vez en mi vida, hice un intermedio, me dí la oportunidad de no ser amable, amigable. Me permití estar sólo para mi, me permití disfrutar de la belleza del silencio.
   He aprendido a olvidar la exigencia equivocada del que sólo ve lo que no soy, del que me mira, pero no me ve, del que no se cuestiona mis porqués.
  En la huída hacia adelante, he visto fantasmas, espacios tenebrosos, oscuros, pero también he visto luz, esa luz que aparece cuando logras atravesar la barrera del no puedo más y aparece esa fuerza que creíamos no tener.
  En soledad he huído hasta de ésta, mi otra casa, he abandonado a mis vecinos, me he entregado a mi misma. Lo siento. Lo necesitaba. Estoy tranquila y serena, estoy de vuelta, mirando hacia los míos, hacia aquellos que me quieren y respetan mis silencios.